miércoles, 15 de noviembre de 2006

Esta es mi historia antes de ser difunta, antes de ser correa, antes de ser agua, antes de ser leyenda.

Yo tenía recién cumplidos los 16 años cuando lo conocí, un militar morocho, un poco renegón pero con hambre de compañía.

En esa época yo usaba el pelo suelto y andaba descalza, era una niña apenas crecida que jugaba al amor. No pretendía casamiento ni mucho menos amor eterno, yo necesitaba la coherencia y el respeto de mi Indalecio. Soñaba con una vida llena de simplicidad, una vida mía, pero ajena. Una vida.

Apenas a los seis meses de relación comenzó la guerra, era, como todas, sangrienta sin sentido perversa y destructora. Los intestinos de mi país sufrían y yo también junto a ellos.

Indalecio se fue. Y la salida del sol de los amaneceres blancos siempre me hicieron acordar a el.

Yo estaba cambiada sí, al principio eran celos, después necesidad de el. Pero no. Era algo mucho mas mío que crecía adentro.

Me desperté y Salí, desprovista de todo, salí, a buscarlo a el, a explicarle y a pedirle respuestas.

Los hombres del pueblo intentaron detenerme, pero no.

Nadie pudo con la revolución ensordecedora de mi cuerpo y mis convicciones.

Un día. El camino de siempre, el conocido, yo y mi bebe de dos días, y el calor y el viaje.

Cinco días. Sol, fuego que llueve hacia mis hombros, sed, llanto. Tadeo y yo mas solos que nunca, tengo ganas de rendirme, pero no puedo, tengo que ser fuerte.

Ocho días. Ya no hay agua, ya no hay sol, no hay camino, no hay vida, no hay más misterios, ni preguntas, ni respuestas, no hay risas, no hay sorpresas.

MI OBJETIVO ES: Mi Hijo.

Así me convertí en viaje, y mujer viajera soy, el agua NO me mantiene viva…me alimenta el corazón