miércoles, 16 de junio de 2010

reflexiones financieras

Ayer cobré un cheque por primera vez en mi vida.
La gente en el banco no me miraba del todo bien.
Los còdigos de los bancos son difìciles.
En la cola yo estaba leyendo un libro para chicos: el monte era una fiesta.
Creo que a nadie le gustó que leyera ese cuento adentro del banco.
Antes de acercarme a la ventanilla 6 no podía parar de pensar en Mary Poppins.
En la escena del banco, Michael grita que le devuelvan su dinero y ahí se arma un lío terrible porque la gente cree que el banco se quedó con la plata de alguien y todos empiezan a decir: quiero mi dinero, quiero mi dinero.
Eso pensaba mientras avanzaba los cuatro pasos que quedaban hasta la ventanilla 6.
Mostré mi documento, no el nuevo, el viejo; el que tengo porque sé que en algún momento lo voy a perder y entonces voy a tener el otro.
La chica que me atendió tenía los párpados y las uñas pintados con brillito, no tenía un color definido, era brillito.
Me acordé que cuando teníamos 14 o 15 lau y yo nos pitábamos las uñas con esos esmaltes. A veces nos descascarábamos la pintura a propósito. Creo que creíamos que eso era demostrar que teníamos las uñas pintadas hace mucho. Algo como decir "que locas que somos, tenemos las uñas despintadas, tenemos experiencia". Igual yo siempre me comí las uñas, mucho. A veces tenía que ponerme curitas porque me pasaba y tenía todo el dedo en carne viva.
La chica de la ventanilla tenía la boca muy fuccia y un pañuelo que decía: BN BN BN, banco nación banco nación banco nación.
Me dijo con voz de que está harta: firma.aclaración.documento.y.una dirección.
No separó ninguna palabra. Las juntó todas y no pronunció ninguna R.
Sacó de un cajón varios billetes de 100. Mojó el dedo en un círculo con una almohadilla. Contó todos. Terminó y dijo: que genia que soy. Había sacado el número exacto que me tenía que dar a mi.
Yo puse los billetes adentro del monte (que era una fiesta).
Le pregunté si tenía que darle algo más, no se capaz me pedían una huella, un examen de sangre, no se. Era la primera vez que cobraba un cheque.
Ella dijo: el que sigue. Esa fue toda su respuesta.
Salí del banco con la plata en la mochila violeta, esa que tengo desde que tengo 15, cuando me pintaba las uñas con lau, cuando creía que me faltaba mucho para cobrar un cheque.
Bajé de las escaleras del banco y me miré las manos.
Tengo 21 años y todavía me como las uñas