Textos liberados de la pretensión de
ser literatura
Hice de todo,
compré medias, serví café, me perdí en el depto y transe con el cerebro. Cuando
tuve ganas de escribir, escribí. Use una cuchara como lapicera, use una pala
para llegar al fondo. Redacté con una espátula de pintor, con un plumero de
avestruz, también lo intenté con una
escoba que barría el viento y el viento me voló el sombrero. Si me dieran a
elegir, sin dudarlo, elegiría lo que está por delante.
Sentada
frente a la ventana veo llegar al afilador, primero las notas de la flauta,
después la bicicleta y enseguida el pedido, tiene usted algo para afilar. Se va
la música del oficio y se acerca un
desconocido. Viene caminado por el pasillo. A contraluz su figura se recorta en
el marco de la puerta. Turbada por su presencia solo atino a preguntar ¿Qué
pretende usted de mí?
Gonzalo Leonidas Chaves