Lluvias eran las de antes
-¡Qué manera de llover!- dijo el mono.
-¿Llover? Já, -dijo el sapo- no me haga reir, m'hijo. Lluvias eran las de antes.
-¿Si, don sapo?
-Si sabrá de lluvias este sapo.
Figúrese que yo supe estar en el diluvio universal.
¿En el diluvio universal?
-Y en otro montón de diluvios.
-Cuente, don sapo, ¿cómo eran las lluvias antes?
-Los que andaban tristes eran los tigres. Apenas veían una nubecita en el cielo y ya corría a esconderse.
-Entonces los tigres de ahora son más valientes.
-¿Tigres de ahora? Já. No me haga reir. Tigres eran los de antes.
-¡Pero le tenían miedo a la lluvia!
-¿Miedo? Qué iban a tener miedo. Es que llovía tan fuerte que se les borraban las manchas. ¡Si sabrá de tigres este sapo!
-¿Y usted andaba en medio de los tigres?
-¿En medio? No, m'hijito. En medio no. Arriba de los tigres, domándolos. Fui el mejor domador de tigres de mi época.
-¿Y no lo asustaban los rugidos?
-¿Rugidos? ¡Quién les habrá enseñado a rugir sino este sapo! Y eso que rugidos eran los de antes. ¡Qué manera de rugir! Parecía que era el fin del mundo. ¡Qué tiempos los de antes!
-Me da envidia, don sapo. Pero ésta también es una época peligrosa.
-¿Peligrosa? Peligros eran los de antes. Pero toda gente valiente. Y más los sapos. Este mundo ha cambiado, m'hijo.
Un ruido de hojas y ramas quebradas se oyó entre los árboles, y el sapo de un salto se zambulló en la laguna.
-Eh, don sapo -dijo el mono-, no dispare que es sólo un tigre.
El sapo asomó los ojos en medio de la laguna y contestó:
-¿No le dije que el mundo está cambiando? ¡Sapos eran los de antes!