domingo, 2 de septiembre de 2012

Reflexiones adolescentes VII

Hoy me acordé de cuando trabajaba en Buenos Aires.
Tenía 16 años y ganas de ahorrar.
Fui como una especie de chepiba.
Hice de todo.
Atendí teléfonos.
Compré medias azules para trajes.
Fui a un vivero y no me acuerdo por qué.
Anoté precios de electrodomésticos Kenbrown -algo así.
Abrí puertas.
Hice cafeses.
Ayudaba a estar ahí.
A veces sacaba fotocopias.
A veces iba a comprar facturas.
Muchas veces salía y hacía nada.
Me gustaba.
No me gustaba.
Era enero.
Tenía 16 años.
Había un tipo que se llamaba Rivarola, era muy desagradable.
Nunca supe bien que rol cumplía ahí adentro, pero siempre estaba.
Tenía los dientes amarillos de fumar y el pelo graciento.
Lo odiaba.
Un día después de que Rivarola me invadiera con su olor ácido y jugoso le dije a Beti:
"Yo a Rivarola no lo toco ni con un puntero laser"