martes, 19 de diciembre de 2006
ella.
Gritó basta. Y abrió los ojos como dos platos chinos, de esos grandes con muchas flores.
Había decidido parar el calvario, el horror. Cuatro años y dos meses ahogándose con contradicciones, matándose por cobardía, llorando por indecisión. Ya no. Ahora gritaba basta.
Ya no las mismas mentiras…las mismas noches de asedio, las mismas huidas, nuestras dos vidas, la tuya sobre la mía y así.
Como todas las vidas encadenadas, invisibles, y así unas detrás de las otras, viviendo, unas encima de las otras. Matando.
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