domingo, 31 de mayo de 2009

El extraño




Afuera ya era de noche, la puerta se abrió y entró un hombre. Yo lo mié y no le presté demasiada atención. Franco se quedo duro, duro como un paquete de pastillas. Me dijo mirá, mirá quien es!!...no lo puedo creer..Debo estar borracho. Yo busque con los ojos al ingresante y lo vi, lo observé, lo escruté con fuerza. Era. No me lo van a creer pero era él. Hasta parecía haber salido de una foto vieja en sepia con los bigotes enormes.

Franco se paró y yo lo seguí. Nos acercamos cautelosos. El hombre parado en la barra buscaba algo en el interior de su saco. Franco seguía mudo, su lógica y razonamiento parecían no servir de nada en ese bar.

¿Cuantas? ¡Cuantas¡ Cuantas veces lo habíamos leído, cuantas lo habíamos puteado por no entender que quería decir con esto de la verdad, el mundo, el lenguaje y la muerte de dios. Y ahí estaba frente a nosotros comiéndose un chicle y atándose los cordones.. El mismísimo Nietzsche.