miércoles, 28 de abril de 2010

quiero que se me pase la pata, quiero estar sola, quiero tener ordenado el placard


Siempre lo mismo

Y me doy cuenta que cuando estoy enojada tengo más frío

y no quiero pelear más

pero no quiero enserio

siempre lo mismo


martes, 27 de abril de 2010

Lo que no quisiera ser


No quiero ser rutinaria
Yo no quiero ser normal
No quiero vivir en Asia
No quiero sentirme mal

En un futuro lejano
Se que no me gustaría
No caminar de la mano
O no llamarme maría

Yo no quiero ir a misa
Yo no quiero vivir sin risa
no tocar en el piano para Elisa
no pretendo ser imprecisa

Cuando crezca yo odiaría
Ser antipática, falsa, o fría
Ser egoísta, ser súper mala
No quiero eso el día de mañana

Me negaré a quedarme en casa
Me negaré a no saber que pasa
Protestaré junto a la masa
Y romperé miles de tazas

Pero por sobre todo
Yo no quiero ser
Todas estas cosas
Que odie alguna vez.



sábado, 24 de abril de 2010

Crónica del asco: la suegra, la bruja y el pelo



Mi suegra me odiaba. No, no…no era un mambo mío, ni el típico cliché que te hace un poco la vida imposible. Esta mujer era una bruja, y estaba decidida a hacerme sufrir.
Cada vez que me veía me decía “little prat”, me había hecho creer que era una forma de decir nuera, pero no tarde en enterarme que “prat” en inglés significa “pendeja maleducada”.
Obviamente, como siempre pasa en estos casos adelante del hijo era una suegra ejemplar, divina, por eso mi novio nunca creía lo que yo le contaba de la bruja de su madre.
Era una señora alta, gigante, a veces creo que su maldad la hacía parecer aún más enorme. Tenía el pelo duro, largo hasta la cintura y tan negro que parecía azul. Mi abuela decía: “Pelo d’india tiene ésta”.
El primer día que fui a cenar a su casa fue la batalla más difícil. A pedido mío habían cocinado bife con puré, y mi amada suegra había deslizado un “vulgar hasta en la comida”. Era un hermoso viernes de verano, una de esas noches que está ideal para comer con amigos en el balcón, y no para soportar a una arpía.
La comida comenzó bien, tranquila, demasiado tranquila, pero entre el segundo y el tercer viaje del tenedor a mi boca se desató el desastre.
Cuando el puré terminó de desintegrarse pude sentir como uno de esos pelos, -el más repulsivo, largo y asqueroso de todos- bailaba arriba de mi lengua.
Inmediatamente la miré, ella me sonreía con cinismo. Estaba segura: lo había hecho apropósito. El pelo era áspero, hosco, desagradable. Se movía dentro de mi boca rozando mis dientes y mi campanilla, me daba arcadas. Intenté morderlo y cortarlo, pero era imposible: Tenía un alambre negro y cortante adentro mío.
Conté mis posibilidades de salvación y eran demasiado pocas. No tenía agua y el baño estaba ocupado. Cerré los ojos por un momento y me di cuenta que lo único que podía hacer con el pelo, era tragarlo.
Era demasiado difícil, el pelo se subía a mi encía, caía por la lengua y se escabullía por atrás de las muelas. Estaba en todos lados. Pero yo no tenía otra salida, hacer un escándalo significaba que ella ganara, y no quería ver su cara de felicidad maligna brillante de victoria.
Junté saliva, junté mucha saliva y empecé a tragar. El pelo bajaba pegándose a mi garganta, despacio, llenándome del veneno de la bruja. Era eterno. A la mitad del recorrido, empezaron a caerme lágrimas de furia, era demasiado insoportable.
Me paré y decidí que no podía soportarlo más, como un mago saca de su boca banderitas yo empecé a tirar del pelo. Tiré y tiré y raspó toda mi garganta y mi boca. Cuando terminé más de un metro de pelo quedó arriba de la mesa.
Nunca más volví a la casa de mi novio.
Y él tampoco.




....

cualquier similitud con la coincidencia es pura realidad.

miércoles, 21 de abril de 2010

llegó la hora de la introducción


Supongo que una presentación personal debería empezar con el nombre del que se presenta, y el problema es que a mi no me gusta el mío. Nunca me gustó. A veces me pregunto si mis padres se levantaron un día cualquiera y dijeron “ya está no pensemos más pongámosle el primero que nos salga”. Es por eso que me llamo María. Nada atrás ni adelante, solo María.

No sé por qué tengo la certeza que en este tipo de escritos se nombra siempre algo del pasado, los terribles temores de la infancia, el conflicto de la adolescencia, la pelea eterna con la familia. En fin, acabo de decidir que en mi presentación no hay lugar para esas calamidades. Sin embargo sí quiero remarcar un hecho que cualquiera tomaría de intrascendente, de trivial, pero que marcó no solo mi infancia sino mi forma de ser y de pensar.

Yo no tuve cable. Por lo tanto mientras mis compañeros discutían el mejor episodio de “Los Halcones Galácticos”, yo leía el “Libro para los Chicos Enamorados”, y mientras ellos luchaban por el “Pokemon” más poderoso yo devoraba a “Harry Potter”. No tener cable, ni videojuegos, ni Internet, me convirtió en ávida lectora.

No piensen que solo la apatía tecnológica de mis padres hizo que leyera tanto, también se agregan a la receta un profesor de literatura increíble y una biblioteca grande en mi casa.
Creo que para acercarlos más a lo que soy hay ciertas cosas que no pueden dejar de saber: odio con vehemencia las aceitunas, que me toquen los pies y a los meses que no tienen la letra R. Me apasiona ver películas, todos los tipos de guisos, las bicicletas y las hamacas paraguayas.

Y como bien lo dijo Jacques Prevert: “Soy como soy / estoy hecha así/ cuando tengo ganas de reír/ me río a carcajadas/ amo al que me ama/ acaso es culpa mía/ que no sea siempre el mismo/ el que amo en cada ocasión/ soy como soy estoy hecha así/ ¿Qué más quieres? / ¿Qué más pretendes de mi? ”.




Presentación personal para el Seminario de Literatura y Periodismo.







jueves, 15 de abril de 2010

cada vez que busco algo encuentro eso que estaba buscando antes y que ya me había olvidado de buscar porque había encontrado otra cosa que no estaba buscando