domingo, 6 de marzo de 2011

de amistades inverosímiles

Cuando era chica tenía amigos invisibles, que para mi se veían.
Creo que hasta podría describirlos: yo los veía.

El primero que apareció ahí en la ventana del living agachado buscando algo, fue el Mago Yiyoto. Era un viejito vestido de azul, con barba y una varita roja. A veces usaba un sombrero muy alto y por eso tenía que andar siempre agachado para que no se le saliera.
El mago casi siempre me acompañaba al baño a hacer caca y charlabamos un montón.

El segundo que entró en mi vida, en el patio si mal no recuerdo fue Lucas Sasey. Era un nene como de mi edad, tenía short y una chomba. El pelo negro alborotado y sonreía con todos los dientes chiquitos y blancos. Lucas Sasey jugaba conmigo a cosas más movibles y saltabamos y bailabamos. Pura acción el Lucas este.

Mi último amigo fue Lucas Pito, era el hermano de Lucas Sasey pero era más malvado y usaba chomba de otro color. El me incitaba a dejar todo tirado y se ponía como loco cuando hacía las cosas bien, también empezó a acompañarme al baño. El tema fue que al mago Yiyoto no le caía bien Lucas Pito, porque nuestras conversaciones dejaban de ser reflexivas para pasar a ser chanchas como Lucas Pito.

Mi mamá dice que me duró bastante esto de los amigos invisibles, y que incluso les echaba la culpa de ciertas cosas. Es la primera vez que escribo como se veían ellos en mi cabeza. ¿Qué loco no?