miércoles, 6 de octubre de 2010

mirenla

La chica era alta, esbelta de unos quince años. Todos en el pueblo sabían que era la próxima, no había dudas. Su pelo, su sonrisa...
Esa noche no se quería ir, el sol seguía iluminando hasta cuando ya no estaba.
La chica tenía un vestido verde, con todos los verdes que hay. El club estaba lleno y el calor subía por abajo de las butacas. La gente se abanicaba con lo que tenía a mano: el programa, un diario, la mano.
Las otras 12 postulantes estaban lindas también, pero no había chances para ellas. Todos fueron hasta allí para que se confirmaran sus certezas; para poder ir al almacén de Pato y decir: te lo dije.
Las otras pasaron y la gente del pueblo no las miró. Eran hijas, amigas y hermanas pero no las miraron. La espectativa estaba puesta en la chica...incluso los jueces no miraban a las otras.
A las 12 de la noche quedaban solo tres, y la locutora intentaba crear un clima de incógnita. Pero no le salía.
Y la reina es...Ella. Era ella.
LLoró algunos dijeron. Otros dijeron que se limitó a sonreír y mirar para abajo. Lo raro vino despué
s.
Le dieron el ramo de rosas y todas las luces apuntaban a ella. Un frío cortó los abanicos improvisados: el pueblo se dio cuenta.
Y en ese preciso momento ella misma descubrió que en su mano izquierda, entre sus dedos, había un dedo más.