lunes, 21 de mayo de 2012

Fin de semana, Tomo I

Y empiezo así, llegué a casa con las cosas de la escuela en la cabeza. Graciela y Vero.  Lo que pasó con la barra de la grieta. Los libros de Chorizo. Las cosas que hay que hacer para Pami y la muestra.
Pasé por lo de mamá, pensé que iba a hacer más cosas de las que hice. Escuché Nada Personal.
Era viernes, dije que iba a limpiar el baño: mentí. Pero si le pasé Harpic, eso sí.
Le dije a Lu de hacer una pizza, le puse zapallito y cebolla, quedó bien. Más tarde capaz veíamos una peli dijimos, pero me llamó Tania y decidí que iba a salir. Que no quería quedarme en casa.
- vamos a lo de un ucraniano que se quiere comer Marian, se llama Vitale algo así.- me dijo.
Yo accedí. Pensé en la película de El señor de la guerra, donde hay un ucraniano que se llama Vitaly. 
La cosa es que fuimos a la casa del chico y estaban sus amigos, era gente que no entendí. Tampoco entendí la casa, ni lo que íbamos a hacer ahí. Así que -como suelo hacer cuando me aburro- empecé a hablar y hablar y conté la historia de los hijos de Gilda, y que Miriam en hebreo significa María, dije un montón de cosas y creo que les caí mal. No me importó yo a ellos ni los entendí.

Terminamos en una fiesta de agronomía, algo rara. Pero bien. Bailé un rato y después vino un chico y le inventé una vida. Le dije que me llamaba Carla que estaba en tercer año de nutrición, eso lo dije porque me acordé que valen lo decía. Le mentí que me gustaba ir al gimnasio, y que tenía 3 hermanas mujeres más grandes que yo. Le dije que era de Olavarría y que me encantaban los gatos. El chico se dio cuenta que le estaba mintiendo, pero se rió. Después me dijo que se hacía pis y se fue, yo le dije que escuche el programa de radio. 
- sí, sí lo voy a escuchar- me contestó
Pero ahí la que no le creí fui yo.

Me volví caminando a casa, estaba cerca. Me puse el gorro y los auriculares. Siguió sonando Soda.

El sábado me levanté temprano porque tenía que viajar. No me acuerdo qué comimos. Ah si, salchichas y fideos, no estaban buenos. Me puse un jean y hablé con Valen. A las cuatro y media nos encontramos en el Abasto y de ahí la vamos a ver a Elena. Dale, sí sí. Caminé hasta la terminal, escuchando Chambao. Como la cola del Plaza era eterna, me dolió pero tomé un Costera. Llegué bien, me tomé un subte, bajé, caminé, subí , pregunté, ví , confirmé y mensajié: Ya estoy acá.

Valen me dijo que se había equivocado de colectivo, y que iba a tardar, que valla yendo para lo de Elena. Salí del Abasto y empecé a preguntar por la calle Humahuaca. 
- no soy de acá-.
- no, no ni idea-.
Me empecé a enojar, no quería eso. Un señor que vendía café me dijo: mirá da la vuelta es ahí.
Caminé por Humahuaca sin saber bien a donde carajo estaba yendo. Paré en una estación de servicio y le compré cigarrillos a Ele. Dos cuadras después llegué a Avril y entré.
Firmé primero una planilla de visitas, y esperé. Pero entendí que algo había hecho mal y le dije a la chica: mirá que yo la tengo que pasar a buscar para llevarla. 
- ahh! ya te la llamo. Si Ale, Gallardo. Están esperándola.
Llegó acompañada del enfermero buena onda que la otra vez nos dejó quedarnos un rato más porque éramos de La Plata. La abracé, y tenía los ojos llorosos.
- Estás sola? yo estaba llorando porque pensé que no venían- dijo
- A valen se le hizo tarde, ya llega. ¿querés que la esperemos afuera?
- Sí, si mejor, no quiero estar acá adentro.
El enfermero me dio un papel que tuve que llenar y firmar. Decía que me hacía responsable de todo lo que le pasara a mi prima, que la iba a traer a las ocho y no se que cosas más. Para resguardarme le expliqué que íbamos a ir al cine y que la peli terminaba ocho menos cuarto, que quizás nos demorábamos. Está bien dijo él.

La esperamos a Valen sentadas en el escalón de una casa. Elena fumaba y temblaba, y fumaba. Yo la miraba pero a veces era difícil mirarla, entonces me miraba los borcegos que están sucios. Me dijo que ahora se daba cuenta lo mal que había tratado a la gente ni bien entró, que ahora está mejor, el martes parece que le dan el alta.
- Mirá hice un cuaderno, pero me da vergüenza que lo veas. Tomá miralo.
Lo miré, tenía collage, fotos, frases. Era luminoso a pesar de todo. Abril en Avril decía en un momento. Había pegada ropa y anillos también, le dije que me gustaba. No le mentí.

Llegó valen, con ese andar que tiene ella, como apurada, como si la cabeza fuera más adelante que el cuerpo, y con las manos agarrando el bolso. Caminamos hasta el Abasto y Valen contó lo de ella, lo del chico y lo del otro. Con Elena escuchamos y comentamos. Yo conté lo mío, y hubo lo mismo.

Esto sigue.