miércoles, 6 de diciembre de 2006

Vi un árbol con manzanas. No saqué manzanas, ni dejé manzanas. ¿Cuántas manzanas había en el árbol?

Era el manzano más grande

Seguramente el mas viejo

Lo veía al caminar

Se sentía de muy lejos

Yo era un hombre adulto

-sinceramente inmaduro-

Me gustaba robar manzanas

Y comerlas sin apuro.

Pasaba de mañana

De tarde o al anochecer

Comía sin pensarlo

Me entregaba a ese placer.

Un día caluroso

No recuerdo de que mes

Llego ella a advertirme

Que dejara de comer.

Era, además de hermosa

Una extraña mujer,

Me atraía en sus caderas

Lo tirante de su piel

Empezamos poco a poco

Una relación extravagante

Íbamos juntos al manzano

Éramos casi como amantes.

Con los días, con los meses

Fui entrando en adicción

María no era simple

Me escaldaba el corazón.

Me mentía con descaro

Me robaba la ilusión

Ella no quería ser mía

Y yo ignoraba la razón

Respondía a mis preguntas

Con inventos con ingenio

Era huraña ella conmigo

Y rehuia hablarme enserio.

María era complicada, difícil

Y amaba los desafíos

Así que pensó proponerme

Una solución frente a mi hastío.

Decidí entregarte mi alma

- me dijo resuelta y definida-

Pero antes respondé esta cuestión

Así cambian nuestras vidas.

Ella había leído hace tiempo

Sobre héroes y odiseas

Amaba hablar de oráculos

De moiras, de vida eterna

‘’ como el destino de Agamenon

No era morir en agua, ni en tierra

Ni desnudo ni vestido

Yo pretendo que resuelvas

Si al manzano vamos un día

Y no sacas ni dejas fruta alguna

Sos capaz de contestarme

¿Cuantas manzanas había?

Lo digerí, me sorprendió

Lo pensé y me costo

Pero en minutos a María

Yo le di mi solución.

Iría al manzano

-dije con cordura-

Esperaría a que caigan

Las frutas ya maduras

Una vez en el piso

-suspire con bravura-

Comería una a una

Pensando en vos, dulzura.

Así no saco ninguna

Tampoco manzanas dejo

Que importa cuantas había

Es solo un número viejo.

La manzana es el pecado

Y como pecador soy

Me atrae el brillo dorado

De su eterna prohibición

Y ustedes podrían juzgarme

O condenarme, sin más

Pero maría esta casada

Y yo la logre cautivar.

Ahora somos amantes

Y nos deseamos con vehemencia

Con locura con aprehensión

Sin límites sin coherencia.

Maria y yo somos uno

Somos fruta, somos pasión

Y como una flecha vamos

Allá donde nos lleva el sol



María Pagola. Diciembre 2006