martes, 23 de agosto de 2011

no pienso, escribo

Tengo rota la boca, por decir o por no decir. Pero rota.
Un nene hoy en la escuela me preguntó que me había pasado y le mentí.
- me mordí- le dije...

Los vecinos del A se están peleando. Solo se escucha que ella grita BASTA.
después palabras mezcladas, ahora mismo se entiende:
- dejame en paz.

Me duele el borde del pie, no la planta, no el talón: el borde.
Como si no quisiera entrar del todo en el lugar que ya sabe que está, que va a terminar entrando.
Me duele como si me costara apoyar y encontrar equilibrio con ese borde.
Me molesta con todos mis zapatos, excepto con las zapatillas verdes que mi mamá casi me tira porque están muy viejas. Yo les pinté dos soles a esas, nunca supe porqué.

Hoy en Berisso me acordé de Salsacate, y pensé en el río, en Córdoba, pensé en no tener en que pensar, y hablar de comida y dormir abrazados. No lloré porque me quise quedar dormida.

No quiero estar en mi departamento, me siento mal y huyo. Todo el tiempo, y si estoy duermo o leo, o hago que duermo y hago que leo, que no es lo mismo pero es igual.

Escucho ruidos de platos y extraño. A Pata que se murió hace ocho años la extraño. Pienso en ella: siempre de pollera, alpargatas y camisa de hombre. Con el pelo blanco suelto, con las venas hinchadas y la faja siempre tirante.

Voy a buscar un envase y veo el plato de Romeo. Y lo pienso, y lo extraño. Era mentira que no lo quería, era una mentira mía.

Mi hermano no prende el calefactor y se tira dos camperas arriba para escudarse del frío. Mira un partido de unos alemanes y no entiendo nada. ¿Le gusta el fútbol ahora a este chico?, no entiendo.

No lo quiero llamar a mi papá por teléfono; si lo llamo me peleo. No quiero.

Tengo la garganta como si me hubiera clavado una espina bastante arriba, del lado derecho, ahí donde se quedan estancadas las pastillas que no pasan. Me molesta, pero no se si es físico o mental entonces no digo nada.

Caminé por calle 46 y una paloma hizo caca, la caca cayó en mi nariz, yo busqué alguna hoja de un árbol para limpiarme. En el árbol no había hojas, en mi cartera no había pañuelitos: en mi nariz había caca.

El profesor dijo en un momento, "Con el número Dos nace la pena". Lo dijo Marechal antes que él, y yo lo digo después: Con el número Dos nace la pena.

Siempre creo que caen tornillos en mi techo.
Siempre.




la foto: en un canal de venecia un cartel muy raro