El otro día con Pepa nos acordábamos de cuando nos repartían en la primaria.
Era horrible.
Pero siempre parecido.
- Chicos la señorita no vino: así que los vamos a dividir.
Generalmente nos dejaban tarea y nos repartían en el grado de un año menos o de un año más.
Era horrible.
Caminábamos por los pasillos anchos de la escuela con una asistente social que iba dejando de a 3 o de a 4 en los salones. Teníamos miedo. Te podía pasar cualquier cosa.
Era un abismo.
Un no se qué, inseguro y grisáceo, que te agarraba y te daba desequilibrio.
Estabas todo el día en el otro grado, pero en los recreos corrías a encontrarte con tus amigas y decirle que cómo era la señorita que te había tocado.
Yo no quería que me toque con Daniela o con algún Matías o con Facundo...
Pero nos repartían al azar, y a veces te tocaba.
Ahora me siento un poco así, como en el momento en que te enterabas de que te iban a repartir.
Dividida.
Fraccionada.
Desintegrada.
y sin saber lo que me puede pasar.