Galatea
Resulta que la princesa de Noruega era rara. Era – según la academia real princepística- la princesa más rara de todo el mundo. Ella solía levantarse a la madrugada y preparar huevos fritos o pasados por agua a todos sus súbditos. También gustaba de caminar durante días con un solo pie o pelar las ovejas del reino para contarlas mejor por la noche.
Era tan rara que hasta a veces se olvidaba de lo rara que era. En verano usaba pilotos oscuros y antenas en vez de anillos. En invierno trataba de romper récords de hacer la plancha en la bañera o escribir más de mil palabras con la nariz. Casi siempre comía la banana con cáscara o cantaba los Beatles en alemán. Porque –claro- ella no elegía días para ser rara, lo hacia todo el tiempo porque le salía solo.
Su primer decreto había sido quemar todos los relojes del reino, decía que así la gente iba a vivir más feliz. El pueblo a veces creía que ella tenía un importante desorden horario en la cabeza….pero la princesa ni los escuchaba.
Este excéntrico personaje, se llamaba Galatea…hasta el nombre le había tocado raro! Y vivía en el castillo de su tataratío Olaf Tryggvason. Olaf había sido el rey de noruega hasta que un día se subió a su barco ¨
Todo en Noruega era tranquilo y azul, todo salvo la princesa más rara del mundo…fue así durante muchos años, hasta que una noche sin previo aviso ZAS! Pasó lo inesperado.
La princesa de-sa-pa-re-ció. La gente del reino en un principio festejó, bailó en las calles y se abrazó en las esquinas, por fin se nos fue esta loca de encima! Decían las ancianas y los curas. Ya nadie nos despertará de noche gritaban alegres maestras y panaderos. Pero nadie, nadie pudo darse cuenta de lo que iba a pasar.
Poco a poco, pero muy despacio y llegando con el viento los noruegos fueron cayendo en la tristeza. Un día alguien reía menos, otro se suspendían los cumpleaños y así todo se volvía oscuro y feo.
Ellos intentaron buscarla y muchísimos rumores corrían…que fue secuestrada por un dragón enorme!...no era imposible, ella era amiga de los dragones. Seguro se la llevaron los marcianos o los dinamarqueses! No, descartado…se llevaba muy bien con ambos. Y así y así fueron creando y desechando teorías.
Nada sirvió…contrataron detectives y brujas…pero la princesa no aparecía y el pozo tenebroso de tristeza crecía cada día más.
Los años pasaron, cambiaron los reyes y las estaciones, cambiaron las calles y las canciones. De un pueblo que fue feliz ya casi nada queda, se han borrado los colores de la bella Noruega. La leyenda continúo y hasta hoy en día llega, los noruegos no buscan felicidad….la buscan a Galatea.