Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip. Estaba en la bañera, depilándose la pierna derecha, el agua jabonosa por la cintura, y su piel desnuda se erizó igual que si acabara de reventar el grifo del agua fría...Bip-bip..................................................................
Ana bajó el volumen de la película y atendió. Era una noche clara, llena de olor a verano y gente caminando por la calle. Pero ella había decidido no salir, ni ver a nadie, quería estar con sus pensamientos a solas.
Levantó el tubo y cortaron. No se preocupó; siempre llamaban por error o, quizás, eran los vecinos del quinto que sólo querían molestar.
Fue hasta la cocina, puso el agua para unos mates y se sentó en la mesada.
Lo cierto era que la película le había dado miedo. Tan real, tan verdadera era la imagen de la chica asustada en la bañadera que decidió apagar la tele.
Y ahora el silencio. Ana estaba sola y se sentía más sola todavía.
La vida, su vida, ya no era la misma desde que él se había ido. Imanol era una persona inconexa, su vehemencia era su virtud y su karma, pero ella lo amaba. Lo soñaba despierta, lo esperaba durmiendo, lo necesitaba todo el tiempo. El se había escapado de todo sin razones, sin excusas, sin mentiras. Simplemente se había ido.
Bip-bip. El teléfono sonaba de vuelta y Ana tardó en atender. Era él.
La voz de Imanol la perturbó, la descolocó, y nuevamente la enamoró. Le dijo que estaba mal, arrepentido y que necesitaba hablar con ella.
:- '' Anita en 15 minutos estoy allá, abrime o entro con mi llav--''.
La comunicación se cortó. Ana se desesperó, ordenó lo que más pudo y decidió bañarse.
Había empezado a llover, esas gotas que traen viento y calma.
Entró en la bañadera y el teléfono empezó a sonar. Bip-bip. Supuso que era él pero no atendió. Se depiló la pierna izquierda con sumo cuidado, pensó tres segundos.
Y depilándose la pierna derecha sintió que se le erizaba la piel, sintió un golpe de agua fría, como si el grifo hubiera reventado. Y supo que la iban a matar.
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