El sábado después de comer fuimos a buscar a la abuela Marta para ir al cementerio. Eran como las dos de la tarde y hacía calor, en el pueblo no andaba nadie.
Daniela cortó unas flores del patio y sentenció: "no te olvides de ninguno".
Salimos con Tato en el 4L rojo a buscar a Marta. Ella subió en el baúl un balde lleno de margaritas de color lila; "tiene más muertos que nosotras", pensé.
El camposanto - voy a usar esa palabra porque me gusta un montón- era parecido a todos. Caminamos por la calle principal y ahí nos separamos de la abuela. Tato me mostró lo que ella llamaba la "casita" de la familia de su amiga Cami, pero yo se que se llama mausoleo por Romeo y Julieta.
Caminamos por los nichos hasta llegar al del abuelo Nario, Tato agarró una escalera porque estaba en la última fila y le pusimos las flores. Quedó bien. Ella estiró la mano y le sacó unas flores de plástico naranja que tenía el muerto de al lado, no vi cómo se llamaba, y con el ramo empezó a limpiar las placas de su abuelo. Yo no dije nada pero la miré, ella me dijo: "nunca se enoja, siempre se las pido prestadas".
Seguimos un recorrido y le pusimos lo que quedó del ramo a bisesabuelos y tíosabuelos, en realidad ya no había más flores: eran solo hojas.
Hacía un calor raro, como espeso pero a veces frío, como cuando vi la tumba de la nena. Estaba en un pasillo que decía "nichos de menores". Tato me explicó que esa nena se había muerto de bebé y su mamá venía todos los años y le dejaba regalos, le armaba el arbolito y en pascuas le traía un huevo. La tumba tenía cortinas rosas y un hada colgando, también osos de peluche y stikers de las galletitas. Me dio ese calor-frío.
"Ahora vamos a ponerle a la abuela de andrés", dijo Tania. ¿él sabe que vos le ponés flores?, le pregunté. Sí, y él le pone a mi abuelo Nario, nos dimos cuenta los dos por las flores que poníamos.
Me pareció algo super misterioso y raro, su ex novio y ella tenían como un pacto secreto de flores, no se... me dio amor.
La abuela Marta estaba sacándole unos yuyos a la tumba de su hermana. Tato dijo: "está la abuela culo pa' rriba". Yo la buscaba entre las cruces y no la encontraba, entonces me reí de ese comentario en el medio del cementerio. En realidad me reí varias veces porque veía las fotos de los muertos y porque muchos tenían un reloj con agujas que marcaban la hora en la que palmó.
Ya con la abuela fuimos a ponerle al Mencho o algo así y a su sobrino el Pelela. Sí, le pregunté que porqué le decían Pelela, pero ella no sabía. Me contó que se había muerto en Tandil pero como los hermanos no querían ir a cuidarlo se iba a encargar de él hasta que ella se muriera. La placa del Pelela decía nada más que: "te queremos", ni foto le pusieron.
Ya volviendo empezamos a hablar de la mamá de la abuela Marta, que dicen que ahora es fantasma y pena en su casa, un amigo de Tato la vio. Marta no cree en eso porque dice que su mamá se murió en el hospital del quemado y no en la casa prendida fuego, entonces si es fantasma "debe de estar en el hospital", piensa.
Subimos al 4L que tenía los asientos calientes, como si un grupo de gente hubiera estado sentada un rato y recién se hubieran ido. Marta y Tania hablaban de Emilio que va a nacer ahora y del bautismo de Renzo.
Yo no hablé, pensaba en mis abuelos que no conocí y en mi abuela Nita, pensaba en Pata y en Gastón. También pensé en Machu y en Romeo pero después el auto agarró un pozo y entré en la conversación.
2 comentarios:
que hermoso relato.
me encantó.
besinio
Adri
nunca dejo de leerte, es como seguir una novela. si juntas todo y lo mandas a un analista o algo asi estariamos medio al horno, pero me gusta sabes que si.
luego pienso que los cementerios son un mundo paralelo lleno de naturalidad y como realismo magico al mismo tiempo, para mi es como una pelicula eterna, que se yo...
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